lunes, 26 de octubre de 2015

GÉNESIS




Primer misterio:
Al principio Dios creó el cielo y la tierra.
Es decir, hubo un principio. Lo que no dice la Biblia es que había antes de ese principio. La nada ? Si no había nada no existía ni Dios. O va a ser que sí porque sí. Si había Dios, difícil de creer si no había nada, cuánto tiempo estuvo en la nada ? Por qué, para qué, etc ?  Un " no principio " resulta todavía más absurdo. Va a ser más fácil creer en la eternidad, sobre todo ahora que sabemos que la energía no se crea ni se destruye, sino que está en transformación continua. No hay principio ni fin. Primera pifia bíblica.




Segundo misterio:
Dios dijo: " Hágase la luz ".
Eso lo dijo el primer día. Pero la luz viene del sol y de las demás estrellas, que Dios no creó hasta el cuarto día. La Biblia dice además que Dios creó dos luminarias mayores, el sol y la luna, para alumbrar el día y la noche respectivamente. Pero la luna no " ilumina ", sólo refleja la luz del sol. Segunda pifia bíblica.




Tercer misterio:
Dios dijo: " Que haya un firmamento que separe las aguas que están bajo el firmamento de las que están sobre el firmamento ". A éstas últimas las llamó cielo. Pero el cielo no es de agua. Otra cosa es que los fenómenos atmosféricos produzcan nubes, y éstas lluvia. En lo que respecta a las aguas bajo el firmamento, Dios separó las aguas de la tierra, creando los continentes y los mares. Trabajo inútil, porque las aguas tiene la tendencia natural a discurrir hacia abajo, así que se iban a separar de la tierra ellas solitas. Más pifias bíblicas.




Cuarto misterio:
Vamos a pasar en silencio unas cuantas pifias más sobre la creación de los animales y plantas, habida cuenta que Dios no es capaz de distinguir un mamífero de un reptil o de un anfibio, amén de otras cosillas, así que nos centramos en la creación del hombre:
Dios dijo: " Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, etc. ". A ver, a ver. Si Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, Dios es antropomorfo, está hecho a imagen y semejanza del hombre, como bien reconfirma la Biblia posteriormente cuando Adán y Eva oyen sus pasos, cuando Moisés lo ve de espaldas, y otras historietas que ya veremos. Hum. Se me viene a las mientes una preguntita capciosa: Dios tiene sexo ? Masculino, femenino, neutro, ambiguo, epiceno,... ? Pero no dicen también que Dios no tiene forma, que es pura esencia ? En qué quedamos ? Pifias a go go.




Quinto misterio:
El séptimo día descansó.
Entonces Dios se cansa ?
Finalmente: si no creó al hombre, ni a los animales, ni a las plantas, ni creó la tierra ni el universo. Qué hizo este tío ? 
No voy a entrar en más cuestiones de momento, aquí hay tela para rato, así que vamos a entrar en algunos comentarios:




El creyente empedernido, por no decir fanático irracional, vendrá diciendo que la Biblia no hay que entenderla al pie de la letra, que hay que " interpretarla ". Lo primero que se le puede responder es que, para los católicos al menos, hasta hace poco más de un siglo la Biblia era la palabra de Dios y no tenía vuelta de hoja. Cuando la Iglesia perdió poder y ya no tuvo a la " Santa Inquisición " para hacer callar a los heterodoxos de manera poco ortodoxa, recurrió a la infabilidad papal - incluso en contra de los teólogos más acreditados - para seguir imponiendo sus dogmas " infalibles ". Y hoy sigue en las mismas, defendiendo la teoría creacionista y mil chorradas más que no tienen ni pies ni cabeza.




En fin, ya que hay que " interpretar " la Biblia, por qué no hacer lo que hay que hacer, lo único que se puede hacer, esto es, una interpretación histórica. La Biblia no es más que una epopeya, es decir, historia antigua o, más exactamente, crónicas antiguas en las que se mezcla realidad y ficción, como lo son la Ilíada o la Odisea, el Panchatantra, la epopeya de Gilgamés y otras leyendas y mitos mesopotámicos, egipcios, etc. donde los dioses también suben y bajan a mezclarse con los humanos, hacen milagros y prodigios mil, que tendríamos que creer con la misma fe que se exige con la Biblia que, por cierto, copia no pocas historias de Egipto y Mesopotamia, empezando por el mismo Génesis, como iremos desgranado en sucesivos capítulos.



jueves, 15 de octubre de 2015

ATRÉVETE A PENSAR




" Atrévete a saber " era uno de los lemas de la Ilustración, el principio, objeto y fin del Siglo de las Luces que, con todos sus defectos, fue una de las etapas más gloriosas de la historia del pensamiento humano, produciendo una gran cantidad de pensadores que sentaron las bases del desarrollo actual y, sobre todo, de la sociedad democrática occidental: Diderot, Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Kant,... Ojalá existieran actualmente la mitad del los pensadores del siglo XVIII. Cuánto mejor iría el mundo. 




Esta reflexión nos lleva a una conclusión aterradora: transcurridos más de dos siglos, la tecnología se ha desarrollado hasta cotas increíbles: actualmente el mundo se puede destruir con tan sólo apretar un botón. Sin embargo, la sociedad humana no ha evolucionado a la par que la ciencia. Por el contrario, estamos estancados en mentalidades muy atrasadas con respecto a la tecnología que manejamos. Salvo unos pocos que están a la altura de los tiempos que vivimos, en el mejor de los casos hay un vacío de varias décadas entre nuestra mentalidad y la que debería estar acorde con el desarrollo alcanzado. Y fuera de estos " vanguardistas ", el pensamiento de la mayoría de la población va retrocediendo en el tiempo hasta encajar en conceptos cada vez más retrógrados, muchas veces más acordes con la mentalidad medieval o incluso más arcaicos, hasta el punto de cuestionarse muchas veces hasta qué punto podemos hablar del homo sapiens.



En todo caso, es manifiesto el retroceso respecto al pensamiento de la Ilustración. Aquellos pensadores miraban al futuro con optimismo, luchaban por salir del oscurantismo y de la ignorancia ancestrales de la humanidad, cuestionaban todo a la luz de la razón. Los propios gobernantes, herederos de dogmas y tradiciones anquilosadas, protegían a estos pensadores, los escuchaban atentamente y ponían en práctica sus ideas. 




Qué tenemos hoy a cambio ? Enseñanza gratuita y accesible para todos, multitud de universidades en las que se enseñan materias antaño inimaginables, dinero y medios ilimitados para el desarrollo de nuestra capacidad intelectual y material. Sin embargo, y salvo muy escasas excepciones como hemos indicado antes, el hombre actual no es más racional ni inteligente que el ilustrado del siglo XVIII. Ni tan siquiera está al nivel de un Platón o un Aristóteles que, al fin y al cabo, vivieron hace más de dos milenios. Es decir, intelectualmente la mayoría de la población mundial está al mismo nivel que el hombre del Neolítico, y más de uno estaría en su salsa en el Paleolítico inferior. No hay más que ver y oir a los extremistas musulmanes. 



La saturación de información y conocimientos del mundo actual está produciendo un efecto rebote, una especie de autismo en la que se hunde cada día más la sociedad actual. Las nuevas generaciones viven enclaustradas en una especie de burbuja cibernética, llenos de dogmas y tópicos falsos, irrelevantes, incompletos, fraccionarios, sectarios,... y muchas veces irracionales. La lógica y el sentido común brillan por su ausencia. Cada vez se piensa menos. Cada vez se piensa peor. Una persona que piensa es hoy un rara avis, cuando no un asocial del que hay que huir, no vaya a ser contagioso. Ha vuelto aquél lema del franquismo: " Éste es peligroso, piensa ". Se prefiere ejercitar el músculo antes que la inteligencia, sin pensar que si las horas que dedican a desarrollar los músculos las dedicaran a desarrollar la inteligencia serían unos verdaderos fenómenos. Pero se trata de eso: de no pensar.



Por primera vez en la historia de la humanidad las nuevas generaciones son más incultas e ignorantes que sus predecesores. A dónde vamos ?




martes, 6 de octubre de 2015

LA MARCHA FÚNEBRE



- No puedo tocar eso.
- Pero, por qué ?
- No se lo puedo explicar. Pero no me pida esa pieza, por favor.
- No lo entiendo. Es preciosa, una gran obra... Y me encanta, es una de mis favoritas. 
- Si, mía también, pero...
-Sin embargo, la toca Vd. en sus conciertos. El otro día, sin ir más lejos, nos dejó encandilados. Todo el auditorio mudo... hasta que rompimos a aplaudir como pocas veces he visto. No se me olvidará en la vida. Toque Vd. " La  Marcha Fúnebre ", por favor. Por lo que más quiera. 
- No puedo. De verdad. No me pida Vd. eso.

Johan Steiner era un pianista extraordinario. A sus veinte años ya era mucho más que una promesa. Las salas se lo rifaban. Los grandes personajes de la vida pública también. A su edad había dado ya conciertos en los cinco continentes y tenía giras contratadas para los próximos cinco años. Las críticas no escatimaban elogios. Las más severas alababan su talento y le pronosticaban un futuro más que prometedor. Las otras se deshacían en elogios y ditirambos. Los únicos peros eran su falta de madurez y la falta de ciertas obras en su repertorio, pegas que el tiempo iba a resolver: a los veinte años no se puede esperar que un artista tenga la madurez y el repertorio de un maestro de sesenta o setenta años. Por lo demás, Johan tenía la maestría de un consagrado, un alma de poeta, unos dedos mágicos, una sensibilidad extraordinaria, y un repertorio que no alcanzaban maestros de cuarenta años o más. 



Todos querían conocerle, tratar con él: aristócratas, magnates, artistas consagrados, reyes, jefes de gobierno,... El joven Steiner tenía a sus pies a la flor y nata del planeta. Ahora, invitado de honor de uno de los hombres más ricos del mundo, el joven Johan se negaba a tocar para él la Marcha Fúnebre de Chopin sin dar explicaciones.
 - Pero, por qué? - demandaba el millonario, sin comprender. 
Steiner no sabía qué decirle. En realidad, no se trataba nada más que de una superstición, o eso pensaba él.
- No puedo, no puedo - repetía el pianista.
-Pero tiene que haber una explicación - le decía el millonario haciendo un gesto de incomprensión.
Steiner se quedó pensativo un rato largo, mirando al vacío. Luego, meneando la cabeza, se decidió a hablar:
- Está bien, dijo, se lo voy a contar. En realidad, es una tontería, si Vd. quiere, y no es que yo sea supersticioso, pero me pasó una vez una cosa que me dejó muy impresionado y que me impide tocar esta pieza de Chopin en privado.
- Vd. dirá - dijo el millonario, acomodándose en su butaca a la espera de la explicación.
- Lo cierto es - dijo el pianista - que no tengo ningún problema si toco esta obra en público. No puedo matar a cientos de personas a la vez...
El millonario dejó escapar una sonrisa. " Está Vd. bromeando ", le dijo.
- Para nada - respondió Johan - Verá, hace tiempo toqué esta pieza para una persona. No tuve ningún inconveniente porque es una obra que ne encanta y, modestia aparte, creo que la interpreto muy bien...
- Como nadie - corroboró el millonario con un gesto de admiración - Por eso se la estoy pidiendo tan encarecidamente.
- Muchas gracias - respondió Johan. Me hace Vd. un gran honor con su elogio. La verdad es que a mí me transporta esa pieza. Cierro los ojos, me dejo llevar y los dedos se deslizan sobre las teclas sin que mi mente haga el menor esfuerzo. Es increíble, no sé como explicarlo...
- El piano lo hace por Vd., sonrió el millonario. Yo entiendo perfectamentelo qué quiere decir. No hace falta que lo describa, basta con escucharlo.




- Gracias de nuevo, volvió a decir Johan. Bien, lo que pasó es que toqué " La Marcha Fúnebre " para aquella persona y, como siempre que la toco, me dejé llevar. Me salió perfecta, fue una interpretación redonda, hermosísima. Cuando terminé, aquella persona estaba como Vd., sentada en un sillón, con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios. Pensé que se había quedado dormido escuchando la pieza, no sabía yo si por placer o aburrimiento. Esperé un buen rato, por si despertaba o salía de su ensimismamiento pero, viendo que seguía igual, le hablé. No me contestó. Volví a intentarlo y... nada. Así varias veces, subiendo el tono para ver si despertaba, pero no había manera. Finalmente, un poco asustado ya, me acerqué a él y le dí unos golpecitos en el brazo. Nada. Le dí un meneo un poco más fuerte, llamándole esta vez, y mis temores se vieron confirmados. Estaba muerto. Ya puede Vd. imaginarse mi angustia y desesperación. No sabía qué hacer. Johan se quedó mudo un momento, como viviendo nuevamente aquella situación. El millonario le miraba fijamente, sintiendo también la angustia de la situación. Johan continuó:
- En fin, comprenderá Vd. que no fue nada agradable. Aquello quedó grabado en mi mente al rojo vivo. Fue hace cuatro años. Yo tenía entonces dieciséis. No es un trago de buen gusto.




- Desde luego que no, respondió el millonario. Le comprendo perfectamente. Pero es que toca Vd. esa obra con tanto sentimiento, con tanta emoción, que cualquiera estaría encantado de morir oyéndola. 
- No diga eso, por lo que más quiera, dijo Johan horrorizado. Me deja Vd. descompuesto.
- Bah, no puede Vd. caer en esa trampa, dijo el millonario con un gesto displicente para quitar hierro al asunto. Entiendo que haya quedado Vd. traumatizado con aquella muerte. Quién no, y más con sólo dieciséis años. Pero no puede dejarse llevar por esa clase de sentimientos. Le perjudicaría grandemente. Tiene Vd. una edad ideal, veinte años. Es joven, sano, mentalmente fuerte,... No puede caer en ese pozo, tiene que superar esas barreras, sino se le van a ir acumulando los prejuicios, lo cual no es bueno ni para su carrera ni para su salud mental. Por tanto, creo que lo mejor que puede hacer es tocarme esa pieza, y así rompe Vd. el encantamiento.




Johan se quedó callado un buen rato. No se esperaba esa respuesta ni tenía argumentos para rebatirla. Se había quedado sin razones para negarse a tocar la pieza, tan sólo sentimientos. Sentimientos oscuros, amargos: miedo, prejuicios, superstición... como quiera llamarse. Trató de poner objeciones, pero el millonario se las rebatía todas. Cuanto más insistía, más se obstinaba el millonario. Por otra parte, no podía quedar mal con aquél hombre, cuyo apoyo y consideración eran de suma importancia para el futuro de su carrera profesional. Salir de allí con una buena o mala relación supondría abrir o cerrar muchas puertas. Así que terminó por arrumbar todos sus prejuicios y, mal a su pesar, interpretó la obra de Chopin, que el millonario escuchaba con los ojos cerrados y una sonrisa beatífica, lo que provocaba en Johan un escalofrío cada vez que lo miraba. Cerró sus ojos, dejándose llevar por la magia del momento, sintiendo como la música invadía todo su ser, sus dedos deslizándose suavemente sobre el teclado arrancando notas precisas, sublimes, arrebatadoras. 




Cuando terminó, abrió los ojos y miró al millonario. Estaba en su butaca sonriendo plácidamente, con los ojos cerrados, inmóvil... Johan tuvo un sobresalto. Se temió lo peor. Estaba horrorizado, con los pelos de punta y el corazón batiendo locamente, clavado al piano sin saber qué hacer ni atreverse a hablar. Pero cuando iba a saltar hacia el millonario ante lo que parecía inevitable, un gran suspiro de alivio llenó sus pulmones al ver moverse las manos del millonario para aplaudir, al tiempo que abría los ojos con una expresión de alegría y felicidad desbordadas. 
- Genial! Genial! Es Vd. un fenómeno, un fuera de serie. - El millonario se deshacía en elogios sin dejar de aplaudir.  
- Me ha dado Vd. un susto de muerte, respondió Johan. LLegué a pensar que se había muerto. 
El millonario rió a grandes carcajadas, divertido por la ocurrencia. 
- No me hubiese importado, la verdad. No creo que pueda haber muerte más feliz, más digna, más dulce,... Pero ya ve Vd., sigo vivo, y ha roto Vd. el embrujo. Ya puede tocar esta pieza en privado todas las veces que quiera.
- Ojalá sea verdad - replicó Johan, todavía temeroso y poco convencido, pero alegre en el fondo de haber superado aquél trance y de haber dejado contento a un cliente tan importante.

La sesión continuó felizmente, entre risas y bromas, brindis, felicitaciones mutuas y algunas piezas más que Johan interpretó para su anfitrión, hasta que la hora tardía y el cansancio pusieron el punto final. Feliz con su éxito y con haber dejado al millonario más que contento, Johan se despidió sin pesadumbre de conciencia y aliviado de haber terminado la sesión sin incidentes amargos. 

Al día siguiente se quedó horrorizado. Todos los medios de comunicación destacaban la muerte imprevista del millonario aquella misma noche.